viernes, marzo 17

la primera noticia del día

Dos veces a la semana Fr. tiene que ir a trabajar a la oficina en el centro. Son dos viajes, uno en colectivo y otro en subte. Hace un tiempo me dijo: «siempre que me bajo del colectivo para hacer combinación, hay un perruchi sentado en la entrada de un kiosco». De ahí en más, cada una de esas mañanas se transformó en la expectativa compartida por la presencia del perruchi. Muchas veces no está («lo habrán guardado por el frío»), otras sí («hubo perruchi»). Como todo esto pasa temprano en la mañana, cuando yo todavía duermo, suelo enterarme por diferido. Me despierto, prendo el celular y leo lo que pasó, como si fuera el resultado de un partido que ocurrió durante la madrugada o el escrutinio de una elección.

miércoles, julio 20

Me preocupo por cosas que siempre se resuelven de maneras mucho menos épicas de lo que había previsto en un principio: un deadline, una discusión con una amiga, un correo que no llega, una reunión con desconocidos. Primero, analizo y sobreanalizo. Luego, produzco escenarios imaginarios de pregunta y respuesta. Sí, es la neurosis, claro.

Llegado el momento, el conflicto se descifra en pocos minutos por causa de los eventos más triviales: el autor entrega todo lo que tenía que mandar, aquellos desconocidos resultan tener tan tanta incomodidad como yo, mi amiga vuelve sobre la discusión para encontrar una coma mal puesta con la que arrancó el malentendido. Cfr. Blanchot.

En el camino de regreso a la editorial, post aprovisionarme de bandejas de comida por peso, cuando estoy por cruzar la calle veo a la mujer rubia que avanza en dirección opuesta. Sé de inmediato quién es pero no puede ser que ella esté acá. ¿Qué hace en La Paternal? Me mira también. Es H., ahora estoy seguro porque me está mirando con ojos grandes como el año pasado en el taller de los jueves. Nos saludamos extrañados (ella más aun: no termina de saber quién soy, o sabe quién soy pero no recuerda mi nombre).

El encuentro es atropellado y sombríamente candoroso: «qué hacés por acá», «trabajo en una editorial a dos cuadras«, «qué editorial no sabía de ninguna editorial por acá yo vivo a unas cuadras justo voy a una editorial digital en la que empecé a trabajar, juntémonos entonces ya que estás cerca», «dale, que estés bien». Camino una cuadra y media hasta la editorial pensando cómo sería juntarme a charlar con H.

Un ilustrador con el que me iba a reunir me escribe un mail («Fer, me escribió el ilustrador, dice que no va a venir, intentó comunicarse con vos, revisá tu correo»). Menciona a su madre, un ACV, y pregunta cómo andamos de tiempo. Le pregunto a Fr. qué se escribe de rigor en estos casos: «por supuesto, no te preocupes, quedate tranquilo y avisame en caso de que necesites algo». Enviar.

sábado, mayo 21

«  ¿Usted está llamando naturaleza a la muerte?
 No. Estoy llamando naturaleza a la naturaleza.
 ¿Todas las vidas habrán sido así?
 Creo que sí.»

lunes, marzo 21

Ay, Maggie. Aunque seas una señora casada, siempre lo serás todo. Giselle Levy («esa judía de Nueva York»), Rachel de Batman o la madre toxicómana de Sherrybaby. Mientras seguí cantando como en Happy Endings:







pedagogía de la Liberación

- Profe, ¿para usted cuáles son más o menos las medidas de una cancha de fútbol 11? Con los chicos decíamos 100 de largo...
- ... 30 de ancho?
- ¿Sí?
- ...

No pude evitar buscarlo cuando llegué a mi casa. Era el doble, por supuesto. Nunca mi ignorancia fue consentida con tanta modestia. Primer año es la bondad pura.

jueves, marzo 17

las vidas posibles

lunes, marzo 14

no estamos apurados porque sabemos que «el desastre cuida de todo»

Blanchot